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"La lectura hace ágil al hombre completo; la conversación

lo hace ágil y el escribir lo hace preciso"


francis Bacon



Primera Cronica

 Mi vida al Volante
Por Daniella M. Parada Caro
Oficios como recicladores, vendedores de lotería, de minutos, auxiliares de parqueadero y hasta comerciales informales son un vasto ejemplo de que en este país lo importante no es el estatus ni el dinero, sino las ganas de trabajar….o ¿necesidad? Muchas personas se ganan la vida desempeñando quien ejerce su oficio da los resultados merecidos para sí mismo sin ser el salario una motivación muy jugosa. Siendo las doce del mediodía y bajo una calurosa tarde de noviembre, aparece Don Guillermo Pérez, conocido por todos en el barrio El Prado de la ciudad de Bucaramanga como “Don Guille”, este señor, como él mismo se hace llamar, llega con unos pantalones en dril y una camisa a cuadros, con sus mangas largas recogidas hasta la altura de los hombros, él muy perfumado y como listo para una foto aparece tras una larga jornada de dialización, que estuvo desde tempranas horas de la mañana, esta actividad la repite tres veces por semana, cuatro horas diarias, pero eso es otra historia. Como venía diciendo, “Don Guille”, es un hombre de estatura media, de tez morena y con mucho ánimo a pesar ya de sus años.
Tras unos minutos de conversación acerca del tiempo y de su estado de salud, empiezo a indagarle acerca de su vida, como parte de un tertulia que lleva ya algunos cuantos minutos, acompañada de una partida de naipes, el cual es su pasatiempo favorito, él bajo un tono muy natural dice: -pues…yo soy de Une Cundinamarca, nací en el año cuarenta y con orgullo puedo decir que solo estudie algunos años de la primaria, aunque hubiera querido poder terminar…pero eso era muy difícil”.-
Y continúa:
-“yo me crié con mi papá en el pueblo porque mi madre murió siendo yo muy pequeño y con mis dos hermanos mayores también…”-
Mientras “Don Guille” hablaba, tomaba yo algunas notas pues muchas de las cosas que decía me parecían interesantes, más aun la manera en que las decía pues su acento es una combinación entre un santandereano y un rolo, “así pero de manera contraria”. Cuando terminó esta pequeña introducción le ofrecí un café a lo que él contesto que si pero quiso que le sirviera solo una pequeña cantidad, por su salud. Le pregunté entonces por su trabajo, a qué se dedicó durante su juventud y él tras un suspiro me contestó: -“yo fue experto en automotores y en vías terrestres”- y con una gran sonrisa en su rostro continuo: -“yo conduje un camión por más de veinte años despachando carga por casi todo el país, más tarde un bus intermunicipal en el Yopal y luego me hice aun carrito, un taxi”-.
Es decir, este hombre había dedicado la mayor parte de su vida, que suma ya siete décadas a ser conductor. Según relató, desde muy pequeño estuvo sumido en aquel mundo de las ruedas, sus hermanos eran choferes desde muy jóvenes y él tuvo sus inicios como ayudante de chofer en vías intermunicipales, “Don Guille” cuenta que en aquella época había mucho respeto a este oficio y que gran parte de sus amigos de infancia los tuvo en aquella experiencia. Desde los quince años hasta bien cumplidos los veintisiete años, él hizo parte de este oficio, donde conoció y acompañó a personas del común; campesinos, soldados y hasta en algunas ocasiones a grupos hippies. Según me cuenta estos últimos eran recogidos en la vía al mar en bloques de casi cincuenta personas pero solo eran transportadas dos y por mucho menos de lo pedido como tiquete pues se realizaban los famosos ”linches” o “colas” como él mismo lo expresa, era una frase común en ese entonces, cuenta “Don Guille”:
-“ellos nos decían “dame la cola” o ”la colita”, para que los dejáramos subir, pero nosotros sabíamos que esta gente era muy sana y que en el siguiente pueblo se bajaban”-.
También comenta “Don Guille” que cuando se encontraban a soldados en la vía, que era muy pocas veces, al principio, se transportaban hacia los pueblos más grandes:
-“los soldados eran muy formales y no había problemas, ya cuando la guerrilla yo tenía pero el camión”-
Hacia sus treinta años aproximadamente “Don Guille” compró un camión de carga y carrocería, de marca Internacional, de color amarillo y con mucho orgullo ya que había sido invertido de sus propios ahorros. Ante su favorable cambio “Don Guille” afirma:
-“tuve preferencia por el camioncito, era más cómodo y ganaba mejor, yo pagaba el galón de gasolina a ciento cincuenta pesos y cuando eso, solo había uno o dos peajes, todo era muy tranquilo”-
Según cuenta “Don Guille” sus extenuantes jornadas laborales se debía a largas rutas que en ese entonces tenía nuestro país, la mayoría de las carreteras eran destapadas y solo poseían un único carril, pero él entretenía su viaje de carga de licores, cigarrillos, zapatos y medicamentos con música carrilera, en ese entonces Los Tolimenses y Garzón y Collazos, en la radio o con sus famosos casetes. La mayoría de sus viajes eran nocturno pues según él: -“así rendía más”-
Como muchas situaciones en nuestro país, en algún momento este gran hombre atravesó momentos difíciles en los cuales no solo su trabajo sino también su dignidad se pusieron en juego, el costo aproximado de un viaje era de cuatrocientos mil pesos pero cuando llevaba cargas ilegales el precio se doblaba y también su conciencia:
-“como yo transporté en su mayoría toso lo que era zapatos, se hacia el arrume y dentro de él llevaba el trago o el cigarrillo, pero sin factura, cuando habían retenes en la vía los uniformados solo levantaban la carpa, miraban y pedían la factura y pasaban…no es como ahora que existe más control y pa’ esos viajes me daban cuatrocientos mil más”-
Ahora bien, si se presentaba algún problema en la vía según cuenta “Don Guille” la comunicación estaba muy limitada, tan solo la comunicación fija local (TELECOM) y lo más reciente el bíper era lo único que utilizaba, según él pasaba cerca de cuarenta días en los cuales él no sabía nada de su familia. Con respecto al panorama de accidentes y atracos que manejaban muchas personas en su oficio, “Don Guille” tuvo mucha suerte pues en sus largas jornadas solo vivió un par de experiencias:
-“cuando estaba cerca de Fundación, Magdalena, se me subieron dos hombres en la parte de atrás del camión. Y tenía un machete y me amenazaron con matarme sino me bajaba del camión, yo me bajé pero en eso momento paso una pareja en un Jeep y me ayudaron avisando a la policía del pueblo, los tipo se echaron a correr y afortunadamente no me quitaron nada, solo fue el susto…!-
Ya con esta última anécdota se marcaban las tres en punto de la tarde y con esta se avecinaba una leve llovizna, “Don Guille”, se tuvo que marchar pero no sin antes agradecerme por haber compartido la charla y haberlo llevado una vez mas a aquellos tiempos, como él los denominó:  -“mi vida al volante”-.

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